El objetivo de ésta entrada es presentar una historia en 55 palabras o menos, para después convertirla en una película de 1 minuto. (Gracias, Jon Carlo, por la idea.)
Elisa
En la noche, Rubén conoció a Elisa. Ella había estado con Rubén desde siempre, y lo conocía como un hermano. Pero esa noche fue la primera vez que Rubén la conoció. Cuando se le apareció.
“¿Quién eres?”, preguntó Rubén al espectro borroso de una joven bajo el marco de su puerta. “Tu gemela”, respondió.
Aúllale una historia a la luna...
en 55 palabras o menos ;)
Roob’n
La Lune de Rubén
dimanche, décembre 28, 2003
mercredi, décembre 17, 2003
Diario De Una Película Soñada / parte dos
16 de noviembre de 2003 -> Tercer ensayo de la pelea. Se monta el segundo set de la coreografía.
22 de noviembre de 2003 -> Primer día de grabación. Aníbal, Jon Carlo, y Mirella. Universidad de Puerto Rico (Río Piedras) San Juan, Puerto Rico. 8:00 a.m. - 11:00 a.m.
Roob'n
16 de noviembre de 2003 -> Tercer ensayo de la pelea. Se monta el segundo set de la coreografía.
22 de noviembre de 2003 -> Primer día de grabación. Aníbal, Jon Carlo, y Mirella. Universidad de Puerto Rico (Río Piedras) San Juan, Puerto Rico. 8:00 a.m. - 11:00 a.m.
Roob'n
mercredi, décembre 03, 2003
Inspección de la Introspección
Había una vez un pintor; que se levantaba alegre todos los días, y abría las grandes cortinas de su habitación, para dejar entrar la luz resplandeciente de la mañana sobre su canvas. Y se ponía a pintar. Su arte era exquisito, y él era totalmente satisfecho con sus trabajos. La galería siempre se los compraba; y los presentaba bajo ¡la más brillante luz! Colores vivos y llamativos; pintura con alma y rigor. ¡Que bien se veían!
Pero llegó un día en el que el pintor no le gustó su pintura... Esa mañana, abrió su cortina como siempre, pintó como siempre... ¡pero no le gustó! Miraba y miraba su pintura... y no le gustaba...
Intentó cambiarla; añadirle colores, cambiarle matices, borrarle esquemas... Pero aún así, parado al lado de su gran ventana, la miraba, y no le gustó.
Hasta que un día llovió. Y hacía ¡una gran ventizca!... que cuando el pintor abrió la cortina por la mañana, su habitación se mojó. La tuvo que cerrar, y dejar su pintura en temible penumbra...
Y la vió... Y le gustó.
En la galería, la pintura se presentaba bajo luces ténues... y se vendió.
---------
Sí, porque hay que empezar a cambiar la forma en que vemos las cosas. Hay que dejar de cambiar CÓMO somos, y comenzar a cambiar cómo nos VEMOS.
La introspección es el ejercicio de los sentidos más complicado para el ser humano. Piénsalo, ¡no es fácil mirarnos! Para mirarnos, necesitamos ayuda; ya sea de un espejo o cualquier otra superficie reflectiva... necesitamos ayuda. Y es que el sentido de observación, está hecho para observar hacia el exterior. Lo que nos rodea. El ser humano fácilmente juzga y actúa por lo que observa en su medio ambiente. Porque la introspección es difícil.
Mayormente, los psicólogos para niños le piden a sus pacientes que se dibujen en su primera visita. Mayormente, el niño no es capaz de completar un autoretrato. ¿Porqué?
¿Porqué la mayoría de los niños se dibujan entre dibujos detallados de ambos padres (agarrados de la mano), con un signo de pregunta en sus PROPIAS caras? Quizás es porque para un niño es sencillo observar a sus padres, y representar lo que ven en un dibujo. Pero ellos no se ven a ellos mismos. O sea, no se conocen. ¿Podemos nosotros autoretratarnos cuando grandes? ¿Nos conocemos? ¿Cómo nos vemos? ¡Pregúntese! ¡Analícese! Introspeccione...
¡Pero SEPA introspeccionar! La luz de la ventana del pintor, es la luz que usa la sociedad (o ambiente) para iluminarnos. Usamos esa luz para observarnos. Y nos gusta lo que vemos, porque es bueno, porque está bien iluminado. Pero nuestra belleza no se encuentra en la iluminación. Se encuentra en el canvas. Nosotros somos la belleza, y debemos aprender a verla bajo cualquier nivel de luz. Cuando aprendamos a mirar lo que pintamos en el canvas, y no lo que está reflejado en un espejo (que es solo una imagen producida por algo en el ambiente), ¡entonces nos conoceremos! Entonces estamos introspeccionando; y entonces nos podemos dibujar.
Pero, ¿para qué?
Porque nunca dejamos de pintar. Nuestra belleza se vende en la galería, y seguimos trabajando en otra pintura, en otro dibujo. Para crear constantemente, una belleza del ser. Estar satisfechos con lo que somos, con quién somos... cómo somos... hasta que dejemos de pintar...
Roob’n
Había una vez un pintor; que se levantaba alegre todos los días, y abría las grandes cortinas de su habitación, para dejar entrar la luz resplandeciente de la mañana sobre su canvas. Y se ponía a pintar. Su arte era exquisito, y él era totalmente satisfecho con sus trabajos. La galería siempre se los compraba; y los presentaba bajo ¡la más brillante luz! Colores vivos y llamativos; pintura con alma y rigor. ¡Que bien se veían!
Pero llegó un día en el que el pintor no le gustó su pintura... Esa mañana, abrió su cortina como siempre, pintó como siempre... ¡pero no le gustó! Miraba y miraba su pintura... y no le gustaba...
Intentó cambiarla; añadirle colores, cambiarle matices, borrarle esquemas... Pero aún así, parado al lado de su gran ventana, la miraba, y no le gustó.
Hasta que un día llovió. Y hacía ¡una gran ventizca!... que cuando el pintor abrió la cortina por la mañana, su habitación se mojó. La tuvo que cerrar, y dejar su pintura en temible penumbra...
Y la vió... Y le gustó.
En la galería, la pintura se presentaba bajo luces ténues... y se vendió.
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Sí, porque hay que empezar a cambiar la forma en que vemos las cosas. Hay que dejar de cambiar CÓMO somos, y comenzar a cambiar cómo nos VEMOS.
La introspección es el ejercicio de los sentidos más complicado para el ser humano. Piénsalo, ¡no es fácil mirarnos! Para mirarnos, necesitamos ayuda; ya sea de un espejo o cualquier otra superficie reflectiva... necesitamos ayuda. Y es que el sentido de observación, está hecho para observar hacia el exterior. Lo que nos rodea. El ser humano fácilmente juzga y actúa por lo que observa en su medio ambiente. Porque la introspección es difícil.
Mayormente, los psicólogos para niños le piden a sus pacientes que se dibujen en su primera visita. Mayormente, el niño no es capaz de completar un autoretrato. ¿Porqué?
¿Porqué la mayoría de los niños se dibujan entre dibujos detallados de ambos padres (agarrados de la mano), con un signo de pregunta en sus PROPIAS caras? Quizás es porque para un niño es sencillo observar a sus padres, y representar lo que ven en un dibujo. Pero ellos no se ven a ellos mismos. O sea, no se conocen. ¿Podemos nosotros autoretratarnos cuando grandes? ¿Nos conocemos? ¿Cómo nos vemos? ¡Pregúntese! ¡Analícese! Introspeccione...
¡Pero SEPA introspeccionar! La luz de la ventana del pintor, es la luz que usa la sociedad (o ambiente) para iluminarnos. Usamos esa luz para observarnos. Y nos gusta lo que vemos, porque es bueno, porque está bien iluminado. Pero nuestra belleza no se encuentra en la iluminación. Se encuentra en el canvas. Nosotros somos la belleza, y debemos aprender a verla bajo cualquier nivel de luz. Cuando aprendamos a mirar lo que pintamos en el canvas, y no lo que está reflejado en un espejo (que es solo una imagen producida por algo en el ambiente), ¡entonces nos conoceremos! Entonces estamos introspeccionando; y entonces nos podemos dibujar.
Pero, ¿para qué?
Porque nunca dejamos de pintar. Nuestra belleza se vende en la galería, y seguimos trabajando en otra pintura, en otro dibujo. Para crear constantemente, una belleza del ser. Estar satisfechos con lo que somos, con quién somos... cómo somos... hasta que dejemos de pintar...
Roob’n